¿Cómo explicar el aumento de la obesidad en México?
- LatamSinFiltro

- 18 jul
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México es uno de los países con mayores índices de sobrepeso y obesidad infantil en el mundo. Según datos de la Secretaría de Salud mexicana [1], en 2025, el 37.3% de la población adulta tiene sobrepeso y el 38.9% sufre obesidad. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua reveló en 2023 [2] que la prevalencia de la obesidad es mayor en las zonas rurales que en la zonas urbanas con un 40.2% contra un 38.6%. Para terminar, el 38.1% de los adolescentes de 12 a 19 años tienen sobrepeso y obesidad. En las últimas dos décadas, los casos de obesidad contribuyeron a un gran porcentaje de mortalidad, discapacidad y muerte prematura en la población. En México, la obesidad es considerada uno de los principales problemas de salud pública.
Sin embargo, no siempre fue así. En 1988, sólo un 9.5% de la población mexicana tenía obesidad [3]. A continuación un gráfico que representa el aumento de la obesidad en México entre diferentes grupos poblaciones realizado por dos investigadores de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública Tecnológico de Monterrey en 2024 [4]:

Hubiera sido interesante realizar una curva representando el aumento medio de todos estos grupos poblaciones y una que demuestra también la prevalencia de obesidad en las personas mayores para comparar con la población más joven. De todas maneras, vemos que a lo largo de los años la prevalencia de obesidad en México ha aumentado para todos los grupos poblacionales estudiados. La situación en México es muy preocupante.
En este artículo, vamos a ver que las tasas crecientes de obesidad en México se pueden explicar por un cambio de los patrones alimentarios en México que se aceleró a finales del siglo XX. Veamos primero un poco de historia sobre la alimentación mexicana.
Patrimonio Cultural de la UNESCO: historia de la cocina mexicana
La gastronomía mexicana es el reflejo de siglos de historia y de los diversos pueblos que han influido en los patrones alimentarios del país. La cocina mexicana tiene raíces prehispánicas y evolucionó con la llegada de los conquistadores españoles y mucho más tarde con la globalización que influyó en las tradiciones.
Los alimentos básicos de la alimentación mesoamericana o prehispánica son productos que las civilizaciones aztecas, mayas y olmecas cultivaban en su tierra: maíz, frijoles, chiles, jitomates, calabazas, hojas verdes, nopal, cacao, aguacates… La alimentación mesoamericana contaba con pequeñas cantidades de proteínas animales (peces, insectos, reptiles..) pero era bastante equilibrada en términos de macro y micronutrientes. El maíz constituye el alimento central de la cocina mexicana ya que es utilizado para preparar muchos platos tradicionales como las tortillas, los tamales y muchos otros “platillos”.

Asimismo, la gastronomía mexicana ancestral incluye métodos de cultivo únicos como la milpa (cultivo por rotación del maíz y otras plantas) y la chinampa (islote artificial de cultivo en zonas lacustres); procedimientos de preparación como la nixtamalización (proceso que implica la cocción del maíz en agua de cal para aumentar su valor nutritivo); y utensilios especiales como metates y morteros de piedra.
Cabe apuntar que la cocina mexicana es muy diversa y que cada región tiene sus propios platos tradicionales. La larga extensión del territorio y su geografía hace que los platos sean diferentes en función de los alimentos que se encuentran en cada región.
Al llegar a México en el siglo XVI, los españoles trajeron alimentos provenientes de Europa y de Asia como el arroz, el trigo, productos lácteos como la leche y el queso, el pollo, el cerdo, la cebolla, el aceite de oliva, entre otras cosas, pero también sus propios métodos de preparación y conservación.
A partir de 1810, la alimentación del México independiente se ve influenciada por las cocinas europeas y asiáticas. La cocina mexicana de la época fusionó alimentos de tres continentes diferentes. Este mestizaje único le permitió ser reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010 por la UNESCO.
Para terminar, la aceleración de la globalización a finales del siglo XX y sobre todo la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 entre Estados Unidos, Canadá y México cambiaron para siempre la alimentación mexicana. La facilitación del intercambio comercial introdujo productos altamente procesados, industrializados y mucha “comida chatarra” en México. Estos productos provienen en gran parte de Estados Unidos y entraron en el mercado mexicano con una fuerte estrategia de comercialización. El TLCAN no sólo inundó el mercado mexicano de alimentos de bajo valor nutricional sino que reorganizó totalmente la actividad agrícola mexicana y las cadenas de valor del sector agroalimentario mexicano. Desde entonces, la tasa de obesidad y los casos de diabetes e hipertensión no han parado de aumentar.
¿Existe entonces una correlación entre la implementación del TLCAN en México y los casos crecientes de obesidad?
El producto nocivo que provoca obesidad en México: el TLCAN
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entró en vigor el 1 de enero de 1994. El tratado fue firmado por Estados Unidos, México y Canadá y tiene como objetivo fomentar los intercambios comerciales entre estos tres países. Ahora bien, el TLCAN no es una unión aduanera, es un área de libre comercio. Los países pueden establecer de manera independiente sus propias políticas aduaneras, no existe arancel común. El TLCAN es probablemente el tratado más importante de la historia contemporánea de México porque lo convirtió en uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos.
El tratado pretendía, entre otras cosas, crear un mercado agroalimentario entre las tres economías [5], pero en realidad tuvo efectos negativos para el campo mexicano y para la autosuficiencia alimentaria del país.
Pérdida de soberanía alimentaria y abandono de la agricultura tradicional
Antes la era del neoliberalismo que empezó en la segunda mitad del siglo XIX, México gozaba de autosuficiencia alimentaria, pero a partir de los años 1980, en particular con la integración de México en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), se instaura la idea en México de que no tiene que ser autosuficiente y puede utilizar la política de ventajas comparativas para solo producir lo que le genera más beneficios e importar el resto desde otros países. México decide especializarse en los cultivos intensivos: aguacates, jitomates, frutos secos, fresas… y dejar los cultivos de granos básicos como el maíz, el trigo, la avena, el frijol, leche, etc para importarlos desde Estados Unidos.
A partir de 1994 las importaciones de maíz estadounidense realizadas por México van aumentando. Entre 1994 y 2016, las importaciones de maíz aumentaron de un 78% [6]. No se considera que la adopción de esta política de especialización fue estratégica por parte de México [7] ya que el maíz es un alimento central de la alimentación mexicana, también porque México perdió su soberanía alimentaria. México ya no produce maíz, un alimento básico que tiene fuerte demanda exterior en todos tiempos, tal como el trigo, por ejemplo. México, como otros países de América latina, decidió favorecer el sector agroalimentario a costa de la agricultura tradicional.
El gobierno de Andrés Manuel López (AMLO) había impulsado la creación del SEGALMEX en 2019, una institución gubernamental que tiene por objetivo reforzar la seguridad alimentaria del país. México se dio como meta recuperar su autosuficiencia en maíz, frijol y trigo, pero todavía los resultados del SEGALMEX no han sido suficientes y el país sigue dependiendo de las importaciones de Estados Unidos.
Frente al aumento de los precios de productos básicos desde los años 2000 y sobre todo desde la pandemia de Covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania, la situación ha sido aún más complicada para México. No produce los productos que constituyen normalmente la base de su alimentación y sufre entonces de la variación de los precios en los mercados internacionales. Entre 2006 y 2021, el consumo (en kg) de arroz se redujo del 21% y el de frijol se redujo del 42% [8]. El de maíz solo aumentó 6%.
Esto se debe a que el precio de estos alimentos aumentó drásticamente durante este mismo periodo: un 85% para el arroz, un 51% para los frijoles y un 86% para el maíz.
Entonces, ¿cuáles son los alimentos que consume la mayoría de los mexicanos?
“Comida rápida”, “comida chatarra”, “productos ultra procesados”: cambio de los patrones alimentarios en México
Como visto justo antes, la implementación del TLCAN en México supuso una reorganización de la agricultura en México con lo cual el país ya no produce productos básicos sino que los importa. Estos productos han sufrido un aumento importante de precio a lo largo de los años, provocando la reducción de su consumo por parte de la población mexicana. Por otra parte, la liberalización comercial que implicó el tratado inundó el mercado mexicano de productos ultraprocesados de bajo valor nutricional y de bajo precio.
El gobierno de México define los productos ultraprocesados como “todos aquellos productos que han sufrido, a partir de técnicas industriales, alteraciones en su forma natural; estos alimentos tienen, en general, un alto contenido en sodio, azúcares añadidos, grasas saturadas y grasas trans, atribuyendo una mayor densidad energética y menor aporte de fibra, vitaminas y minerales”.
Cabe apuntar que éstos productos se pueden incluir de forma moderada en la alimentación sin que tenga efectos nefastos en la salud. Sin embargo, una alimentación basada en alimentos ultraprocesados tiene efectos negativos en la salud y está directamente vinculada a varias enfermedades crónicas como la obesidad o el diabetes.
A diferencia de los productos básicos como el maíz o el arroz, los productos ultra procesados suelen ser accesibles por su bajo costo en producción con el uso de ingredientes baratos como el azúcar. Son productos cuya comercialización se dirige hacia las clases populares. El TLCAN favoreció la comercialización de gaseosas, alimentos preparados para la cena y el desayuno, pollo rostizado, pero no la de verduras y frutas [9].
Cabe apuntar que los productos ultraprocesados provenientes de Estados Unidos o de empresas norteamericanas presentes en México empezaron a penetrar el mercado mexicano en los años 1960. En esta época, dichos productos eran destinados a las poblaciones urbanas, perteneciendo a las clases más altas que trabajan entonces en grandes ciudades que tenían un ritmo de vida diferente de las zonas rurales y de las regiones indígenas. En un primer tiempo no eran productos de bajo costo. Ahora bien, con las inversiones enormes realizadas por las empresas en publicidad, comercialización y distribución y, con la firma del TLCAN, el consumo de estos productos empezó a democratizarse. Con una oferta de productos ultra procesados abundante y cada vez más compleja capaz de responder a una demanda extremadamente variada, las clases populares comenzaron poco a poco a consumir este tipo de productos. Las subvenciones de las que gozaron las empresas norteamericanas al establecerse en México permitieron, entre otras cosas, bajar los precios de estos alimentos.
Además, se debe tomar en cuenta otros cambios socioeconómicos para entender porque el tratado tuvo un efecto negativo a largo plazo en la salud de los mexicanos. Como mencionado antes, a partir de los años 1960, muchas personas empiezan a irse de las zonas rurales para ir a trabajar en las ciudades donde el ritmo de vida es mucho más sostenido. Además, las mujeres empiezan a integrar el mercado laboral con lo cual ya no tenían tiempo para cocinar. La gente tiene cada vez menos tiempo que dedicar a esta actividad ya que en México, se trabaja más de 40 horas cada semana, incluso hasta 59 horas.
Asimismo, la crisis económica de 1995 impactó el poder adquisitivo de los mexicanos, obligando a una gran parte de la población a dirigirse hacia alimentos más accesibles. Hoy en día una parte importante de los mexicanos se encuentra en situación de pobreza. Un reporte de la organización México Cómo Vamos publicado en mayo de 2025 afirma que un 33.9% de la población mexicana está en situación de pobreza laboral y no puede adquirir la canasta alimentaria [10].
Todos estos elementos, entre otros, hacen que los mexicanos opten por productos ultraprocesados y la comida rápida que son más accesibles sea por el precio o por la falta de tiempo.
La tabla a continuación demuestra que desde 1984 los gastos de los mexicanos en productos procesados van aumentando mientras los de productos no transformados como las frutas, los productos animales, las verduras se han reducido [11]:

Si en 1984 las mayores proporciones de gasto fueron en carnes, cereales y leche y sus derivados, vemos que en 2014 los productos que registraron mayores variaciones del gasto fueron los alimentos consumidos fuera del hogar, los alimentos preparados y las bebidas no alcohólicas (que pueden incluir agua tal como gaseosas).
Conclusion
A modo de balance, la literatura académica demuestra claramente una correlación entre la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio Norte Americano y el cambio de patrones alimentarios así como el aumento de la obesidad en México. Sin embargo, es importantísimo aclarar que el TLCAN no es el único “responsable” de las altas tasas de obesidad. El Estado juega un papel también y la globalización en general impactó los patrones alimentarios de varios países desarrollados y en vía de desarrollo. Todos los cambios socioeconómicos que ocurrieron en la segunda mitad del siglo XX favorecieron el auge de la comida rápida y de los productos ultraprocesados.
Para luchar contra la obesidad, el gobierno mexicano tomó varias acciones: en 2019, el gobierno aprobó la modificación del etiquetado de alimentos y gaseosas industrializadas para advertir a los consumidores sobre las cantidades sobreelevadas de calorías, azúcares, grasas saturadas y sodio de estos productos.

El gobierno necesita seguir sus esfuerzos para sensibilizar a la población como ya lo hace a través de campañas educativas o de promoción de la actividad física. Además el gobierno prohibió en 2024 la venta de alimentos y bebidas preparados en las escuelas. Incluir clases de nutrición así como más horas de actividad física en las escuelas podría también ser una de las soluciones para reducir a largo plazo la tasa de obesidad en el país. Una parte importante de la población mexicana ni siquiera puede acceder a la canasta alimentaria, ¿cómo podrían entonces comer saludable si alimentos como verduras, maíz o harina cuestan mucho más que un paquete de takis?
[1] «Secretaría de Salud llama a la población a sumarse a la lucha contra la obesidad», gob.mx, accedido 16 de julio de 2025, http://www.gob.mx/salud/prensa/044-secretaria-de-salud-llama-a-la-poblacion-a-sumarse-a-la-lucha-contra-la-obesidad.
[2] «Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua 2023. Resultados Nacionales - Portal INSP», accedido 16 de julio de 2025, https://insp.mx/novedades-editoriales/encuesta-nacional-de-salud-y-nutricion-continua-2023-resultados-nacionales.
[3] Torres, Felipe, & Rojas, Agustín. (2018). Obesidad y salud pública en México: transformación del patrón hegemónico de oferta-demanda de alimentos. Problemas del desarrollo, 49(193), 145-169. https://doi.org/10.22201/iiec.20078951e.2018.193.63185
[4] “¿Qué efecto han tenido las políticas públicas en el sobrepeso y obesidad de los niños mexicanos? | Escuela de Gobierno y Transformación Pública”, consultado el 16 de julio de 2025, https://egobiernoytp.tec.mx/es/blog/que-efecto-han-tenido-las-politicas-publicas-en-el-sobrepeso-y-obesidad-de-los-ninos-mexicanos
[5] Morales Vázquez, B. H., Ramírez Domínguez, M. D. J., Reséndiz Ortega, M. E., Franco Hernández, J. L., & Dixon Acosta, E. A. (2017). El impacto del TLCAN en las finanzas y la economía de México: una mirada desde las MIPYMES / The Impact of NAFTA in Mexico’s Economy and Finances: a view from the MIPYMES. RICEA Revista Iberoamericana de Contaduría, Economía y Administración, 6(12), 110–133. https://doi.org/10.23913/ricea.v6i12.99
[6] Luz María Espinosa Cortés, “Hegemonía de Estados Unidos en el orden agroalimentario mundial y la pérdida de la autosuficiencia alimentaria de México”, Ciencia ergo sum 29, núm. 1 (2022), https://doi.org/10.30878/ces.v29n1a4
[7] Valencia Romero, R., Sánchez Bárenas, H. y Robles Ortiz, D. (2019). Soberanía alimentaria de granos básicos en México: un enfoque de cointegración de Johansen a partir del TLC. Análisis económico, 34(87), 223-248. Disponible en https://www.redalyc.org/journal/413/41362257010/html/index.html
[8] López. R., Gallardo, D. & De La Torre, H., (2022). La política social en México: alcances y limitaciones para enfrentar la pobreza alimentaria en la época de postpandemia. Revista COFACTOR.
[9] Garza, B. & Ramos, E. (2017). Cambios en los patrones de gasto en alimentos y bebidas de hogares mexicanos (1984–2014). Salud Pública de México, 59(6, novdic), 612. https://doi.org/10.21149/8220
[10] ¿Cómo vamos? México, Al primer trimestre de 2025, baja la informalidad y la pobreza laboral llega a su nivel más bajo registrado, el 28 de mayo de 2025, https://mexicocomovamos.mx/publicaciones/2025/05/baja-la-informalidad-y-la-pobreza-laboral-llega-a-su-nivel-mas-bajo-1t2025/.
[11] Beatriz Gabriela Garza-Montoya y María Elena Ramos-Tovar, “Cambios en los patrones de gasto en alimentos y bebidas de hogares mexicanos (1984-2014)”, Salud Pública de México 59, núms. 6, nov-dic (2017): 6, nov-dic, https://doi.org/10.21149/8220.
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