Entender el problema de la deuda externa en Argentina
- Latam Sin Filtro
- 5 nov 2024
- 23 Min. de lectura
Actualizado: 2 mar

El 10 de enero de 2024, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las autoridades argentinas llegaron a un acuerdo que permitió a Argentina tener acceso a unos 4.700 millones de dólares para permitirle satisfacer sus necesidades de balanza de pagos. A finales de marzo 2024, la deuda externa de Argentina representaba $289.000 millones (según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC) y tiene que devolver este dinero a agencias de créditos, bonistas y agencias del sector público. Entre 2018 y 2019, el FMI concedió uno de los préstamos más importantes de toda la historia de Argentina, es decir US $44.000 millones durante el gobierno de Mauricio Macri. El país latinoamericano tuvo 2 grandes ciclos de endeudamiento externo que terminaron en crisis de pagos internacionales:
1976-1983: Dictadura militar
1989-2001: Gobiernos de Menem-De la Rúa
Al tomar la presidencia de Argentina, los diferentes dirigentes suelen hablar de “pesada herencia” para calificar la difícil situación económica y la importante deuda externa que heredan de sus predecesores. Desde que Argentina elabora sus presupuestos de ingresos y de gastos, siempre ha incluido los “servicios de la deuda” que engloban la amortización del capital prestado a Argentina y el pago de los intereses. Argentina ha tenido que prever de manera continua el pago de su deuda externa. ¿Cómo explicar el peso sobredimensionado de la deuda externa en la economía argentina?
¿Qué es la deuda externa y a qué se debe?: el caso de Argentina
Definición del término
La deuda externa es el dinero que un gobierno/empresas o personas deben a entidades o instituciones de otros países. Dicho de otra manera, representa el dinero que entidades extranjeras prestaron a un Estado y los intereses generados por los préstamos. Se acuerdan préstamos a los Estados para responder a diferentes necesidades que pueden tener como, por ejemplo, invertir en infraestructuras o fomentar el desarrollo económico.
La deuda externa se genera como resultado de gastos superiores a los ingresos que no permiten cubrir los consumos corrientes y las necesidades de inversión de los actores económicos del país, principalmente por una balanza comercial negativa.
Existen diferentes teorías sobre la deuda externa. Por una parte, según la teoría de Keynes, el endeudamiento es necesario porque permite financiar las inversiones internas, sobre todo para países en desarrollo. El endeudamiento permite aumentar la demanda global con lo cual estimula el crecimiento económico. Además, un Estado que se endeuda no necesita aumentar los impuestos para financiar la economía.
Por otra parte, los economistas clásicos como Adam Smith consideran el endeudamiento externo como una causa del empobrecimiento de un país y de recesión económica porque supone el pago de intereses y provoca la fuga de capitales.
Es cierto, la deuda externa puede provocar la fuga de capitales. Ahora bien, es un poco más complejo. La relación deuda externa-fuga de capitales es un círculo vicioso. La fuga de capitales puede provenir de la deuda exterior, y la deuda exterior puede acelerar el fenómeno de fuga de capitales, pero el endeudamiento externo puede ser empujado por la fuga de capitales y ésta puede también acelerar el aumento de la deuda externa (ya que se necesitan capitales en el país para financiar las inversiones, pero si hay fuga de capitales y con ello no capitales suficientes para el financiarse, los actores buscan financiamiento en el extranjero).
Sea como sea, la acumulación de deuda externa provoca el riesgo para el país de experimentar a largo plazo una crisis financiera si los ingresos destinados a devolver la deuda acumulada no son suficientes. Se paga la deuda externa con los impuestos, con los ingresos del comercio y de las actividades económicas. De hecho, para hacer frente a un pago de deuda importante, el banco central del país en cuestión puede imprimir más dinero, pero esto provoca la devaluación de la moneda local, y genera una situación de inflación por la circulación más importante de dinero. Además, al devaluar la moneda local, el precio de las importaciones aumenta lo que puede llevar a largo plazo a un déficit comercial y a una crisis económica.
La imagen de un país que tiene una importante deuda externa se ve impactada. Sus calificaciones crediticias (es decir su capacidad de devolver el dinero de un préstamo) suelen ser perjudicadas. Como consecuencia, los inversores sacan su dinero del país y los potenciales inversores evitan invertir dinero en el país en cuestión.
Como ya mencionado, Argentina se financia en dólares, esto significa que un país puede contraer deuda en varias divisas. De hecho, es muy diferente tener deuda en moneda local y en moneda extranjera. Según datos del Ministerio de Economía, en 2022, el 66.9% de la deuda externa argentina estaba compuesto de deuda en dólares. Con la mayoría de la deuda contraída en dólares, una devaluación de la moneda local o una apreciación del dólar puede aumentar el valor neto de los deudores locales endureciendo las condiciones financieras en los préstamos en el país. Además, una devaluación de la moneda puede agravar la posición fiscal del país si ya encuentra en una situación de déficit (gastos>ingresos).
Para responder a esta situación de desconfianza, el gobierno suele aumentar la tasa de interés para atraer de nuevo los inversores y animarlos a realizar más préstamos en el país (y beneficiarse de la alta tasa de interés) …Puede convertirse en un círculo vicioso porque los intereses más altos generados por los préstamos acordados por los inversores pueden hacer que los países necesiten pedir cada vez más préstamos para pagar dichos intereses sin que puedan salir de esta situación de deuda…
Para terminar, ante una situación de impagos, aunque un Estado no puede quebrar, es posible que sus bienes sean embargados en el exterior, como fue el caso de Argentina.
El problema de restricción externa en Argentina
En el caso de Argentina, el peso de la deuda externa se explica en gran parte por su problema de restricción externa.
La restricción externa es la imposibilidad de obtener un crecimiento sostenible por la difícil obtención de divisas extranjeras. La restricción externa suele ser la consecuencia directa de un déficit comercial (importaciones>exportaciones). Para evitar dicha restricción, el Estado puede endeudarse con el fin de obtener divisas o controlar los capitales para evitar su fuga. Además, la restricción externa supone una devaluación (voluntaria o no) de la moneda local para aumentar el importe total de las exportaciones y limitar el déficit comercial.
Devaluación de una moneda: Pérdida de valor de una moneda en comparación con otra determinada por la autoridad monetaria de un país.
Argentina suele contraer deuda externa para resolver sus problemas de restricción externa. Sin embargo, con la devaluación que supone dicha restricción, se necesitan entonces más pesos para pagar la deuda externa en dólares y aquí empieza el círculo vicioso del que Argentina pena salir…
A esta restricción se debe sumar el importante déficit fiscal (gastos>ingresos) del cual sufre Argentina con lo que tiene que endeudarse de nuevo para equilibrar la balanza y poder cubrir sus gastos.
Además, la escasez de dólares no se debe solo a la restricción externa, sino que se debe también a la alta demanda de divisa estadounidense en el país:
Los argentinos suelen ahorrar en dólares a causa de los varios ciclos inflacionistas de los cuales Argentina ha sufrido.
El sector industrial necesita dólares, en particular para importar las materias primas que transforma y con ello, pagar a los proveedores extranjeros.
Otra causa de la escasez de divisas es la falta de confianza en el peso argentino. Esa falta de confianza le impide a Argentina financiarse ella misma como otros países de la región hacen como Colombia, por ejemplo, y le obliga a contraer préstamos desde el extranjero.
Los inversionistas especulativos juegan a la bicicleta financiera en Argentina: éstos se financian en peso para después invertir en dólares anticipando (especulando) que el peso se va a devaluar y que el dólar se va a apreciar. Los inversionistas se financian (sacan un préstamo) en pesos argentinos, cuando por ejemplo 100 pesos valen 100 dólares. Después sacan ese dinero de Argentina y prestan en dólares cuando 100 pesos valen 30 dólares. De esta manera pueden devolver los pesos fácilmente al mismo tiempo que generan beneficios prestando los dólares que obtuvieron.
Otro caso en concreto, los inversores se financian en el extranjero aprovechando las bajas tasas de interés y después prestan dinero en Argentina puesto que el país tiene muy altas tasas de interés. Las altas tasas de interés se explican por el endeudamiento del sector público en el mercado financiero interno con lo cual las tasas de interés en Argentina son más altas que en el mercado internacional.
Al final, se atraen inversionistas que se quedan a muy corto plazo en Argentina, solo para realizar una ganancia y sacar directamente el capital. No se atraen inversiones en la economía real argentina.
A modo de balance, el endeudamiento argentino tiene su origen en los déficits fiscal y comercial, en el sector financiero que ofrece poca confianza y en la alta demanda interna en divisas. Argentina necesita dólares primero para enfrentar la restricción externa y luego para devolver el dinero y los intereses del préstamo que contrajo para enfrentarse a esta misma restricción. Después, necesita contraer nuevamente deuda externa para poder compensar su déficit fiscal. Argentina es una economía basada en el mercado financiero en el cual los actores económicos se financian en el mercado internacional para invertir en Argentina y cuando sus activos financieros (títulos, bonos, depósitos) han ganado valor, se van del país provocando una fuga de capitales lo que impide a largo plazo el crecimiento económico. Por ello, las inversiones que se hacen en Argentina son de corto plazo y no se tratan de inversiones en la economía real.
¿Será que contraer préstamos extranjeros hace parte del ADN de Argentina?
1824, cuando Argentina contrajo su primer préstamo extranjero
El primer presidente argentino que pidió un préstamo en moneda extranjera fue también el primer presidente de Argentina, Bernardino Rivadavia. En realidad, cuando lo contrajo en 1824 aún no era presidente, sino ministro de Gobierno de Buenos Aires. Este préstamo fue acordado por los Baring Brothers (Inglaterra) y se elevaba a £1.000.000. El gobierno solicitó tal préstamo para cobrar los gastos en obras en el Puerto de Buenos Aires y obras de urbanización. Ahora bien, nunca se utilizó el dinero para desarrollar dichas infraestructuras, sino que se utilizó para financiar la Guerra de Brasil y para cumplir con uno de los requisitos impuesto por el Imperio Británico para que reconozca la independencia de Argentina. El país tardó más de un siglo en cancelar esta deuda.
Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, los préstamos solicitados servían para financiar proyectos como obras de infraestructura y cubrir gastos militares. En esta época, Argentina empezó a desarrollar un modelo de producción agroexportador que representaba la principal fuente de ingresos del país. Sin embargo, Argentina era todavía considerada como un Estado frágil con poca capacidad de responder a las expectativas socioeconómicas de la población con lo cual sufría de un déficit comercial que era cubierto con deudas originadas de préstamos europeos.
Los gobiernos sucesivos continuaron esta práctica. En 1880, la élite gobernante del país triplicó la deuda externa que pasó de £14.000.000 a £38.000.000. Los principales acreedores eran los ingleses, los franceses y los alemanes. A principios del siglo XX, la deuda se eleva a £78.000.000.
1944 y los acuerdos de Bretton Woods
Ahora bien, los verdaderos problemas empezaron después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de organismos multilaterales de crédito como el FMI o el Banco Mundial y con la llegada de los militares al poder. Los organismos multilaterales de crédito son organizaciones multi estatales creadas con el objetivo de establecer un marco de cooperación económica y financiera destinados a evitar que se repitieran las consecuencias de las políticas económicas que generaron la Gran Depresión (originaria de los Estados Unidos) de los años 30.
En julio de 1944, los Estados Unidos, el Reino Unido y representantes de 44 gobiernos se reunieron en la Conferencia de Bretton Woods que tenía por objetivo establecer normas en las relaciones comerciales y económicas entre los países más desarrollados e industrializados del mundo. Para alcanzar tal objetivo, se estableció un Sistema Monetario Internacional (SMI). Este sistema debía permitir, entre otras cosas, equilibrar de nuevo los pagos internacionales, en caso de déficit o superávit persistente de un país con el resto del mundo. En este marco, se creó el FMI.
“La finalidad primordial del FMI es garantizar la estabilidad del sistema monetario internacional, es decir el sistema de pagos internacionales y tipos de cambio que permite a los países y a sus ciudadanos efectuar transacciones entre sí. Cumple dicha finalidad realizando el seguimiento de la economía mundial y las economías de los países miembros, concediendo préstamos a los países que enfrentan problemas de balanza de pagos, y prestando ayuda práctica a los miembros”.[1]
Argentina ingresó al FMI como miembro pleno en 1956.
La deuda externa bajo la dictadura (1976-1983)
Durante toda la dictadura (1973-1986), el FMI prestó dinero a Argentina y empezó a implicarse en las decisiones económicas del país. Y en solo 10 años de dictadura, Argentina debía 40 veces más dinero. ¿Cómo así que la deuda se multiplicó por 40 en una década?
Los años 1970 se caracterizan por una inmensa cantidad de dinero disponible en el mercado internacional para prestar a países emergentes. Esa enorme de cantidad de dinero disponible se explica en parte por el aumento drástico del precio del petróleo impuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1973, aumentando la abundancia de capitales en los países de la OPEP. Colocaron las divisas obtenidas con la venta de petróleo en el mercado internacional generando una ola de préstamos que eran mayoritariamente destinados a cubrir el aumento del precio del petróleo crudo y la inflación. Sin embargo, en ciertos países de América Latina que eran bajo dictadura en esta época, como Argentina, esta inyección de capital permitió financiar el autoritarismo, el “terrorismo de Estado”[2], pero también el Mundial de Fútbol de 1978 así como políticas de apertura económica. ¿Entonces qué pasó?
En Argentina, el final de los años 70 corresponde al fin del modelo de industrialización por sustitución de las importaciones (ISI) y marca el auge del neoliberalismo y del capitalismo rentista. El capitalismo rentista se puede definir como un sistema en el que las grandes empresas obtienen beneficios significativos por tener y controlar activos y no por usar de manera innovadora y empresarial los recursos económicos de un país. En este contexto, el sistema vive de los intereses de los deudores. A partir de este periodo, el mercado financiero empieza a tener mucho peso en la economía de Argentina. El desendeudamiento no hace parte de los objetivos de dicho sistema y la especulación financiera es la base del sistema a costa de la inversión productiva.
Entonces, este nuevo sistema se tradujo por reformas económicas como la del 1977 que permitió la libre flotación de los tipos de cambio (determinación del tipo de cambio mediante libre mercado sin que el gobierno lo manipule). Los controles de capitales fueron eliminados, el coeficiente de caja fue reducido (los bancos necesitaban guardar cada vez menos liquidez para ofrecer cada vez préstamos). Se redujo de manera paulatina los aranceles de importación, se eliminaron los subsidios a las exportaciones no tradicionales y se incrementaron los precios de los servicios públicos. Además, se liberalizó los mercados cambiarios y financieros con mecanismos para fomentar la especulación financiera y desincentivar la inversión productiva.
Asimismo, el gobierno decidió congelar los salarios, lo que en contexto de inflación provocada por el aumento del precio del petróleo significó que cayeran de un 40%. La apertura económica provocó la inundación de productos extranjeros en el mercado argentino, generando un déficit comercial. A esto se suma los procesos de devaluación del austral y de sobrevaluación del dólar, que provocaron una baja significativa del poder adquisitivo de los argentinos, profundizó aún más el déficit comercial, provocó la quiebra de industrias argentinas que no podían competir con la oferta internacional, e incentivó la fuga de capitales. Se estima que la fuga de capitales acumulados hasta 1983 alcanzó los 37.000 millones de dólares.
Y como ya saben, la devaluación de la moneda local provoca el aumento del importe real de la deuda. La restricción externa provocada por el déficit comercial dificulta la posibilidad de devolver el dinero prestado a Argentina y la fuga de capitales provoca el aumento de la deuda externa por la falta de capitales en el país para realizar inversiones. Consecuencia de todo esto = la deuda externa pública se disparó.
1980-2000: década perdida y crisis de la deuda
En América latina, los años 1980 son conocidos como “la década perdida”, porque fue una década durante la cual la mayoría de los países de la región sufrieron graves crisis económicas. En 1982 estalla la crisis de la deuda externa que empieza por la moratoria mexicana que poco después contagió toda la región. Los bancos transnacionales que prestaban a estos países se encontraron extremadamente vulnerables por la situación, sobre todo por el papel central que juegan en el mercado financiero internacional. Esta crisis de la deuda externa en América latina afectó los bancos de países del Norte y con ello el propio sistema financiero de estos países. Entonces, los bancos acreedores empezaron a establecer reservas para que en el futuro puedan enfrentar posibles moratorias de países deudores. Por su parte, los países latinoamericanos, Argentina en particular, redujeron su financiamiento en el extranjero. La tasa de endeudamiento cayó y la fuga de capitales ralentizó.
La situación de la deuda externa argentina en esta época fue caracterizada por la decisión en 1982 del BCRA (Banco Central de la República Argentina) de estatizar la deuda privada. Se estima una transferencia de al menos 15.000 millones de dólares. La deuda externa pública en 1976 era de aproximadamente 9.000 millones de dólares cuando en 1983 alcanzó los 46.000 millones de dólares.
A nivel económico, a pesar de las medidas implementadas por el nuevo gobierno democrático de Raúl Alfonsín (1983-1989) que incluyen subsidios a las exportaciones industriales y la asistencia del Estado en sectores estratégicos, las altas tasas de interés en el mercado internacional profundizaron el problema de restricción externa de Argentina y agravaron la situación de su deuda externa. Esa deuda colosal fue uno de los elementos desencadenantes del colapso económico del país en 1989 del que hablaremos luego.
A medios de la década, las moratorias de los países latinoamericanos empezaron a desaparecer y las reservas establecidas por los bancos acreedores les permitieron sobrepasar la crisis. Con ello, los bancos quisieron recuperar el dinero que habían prestado a los países de la región, pero sabían bien que los países no tenían las divisas necesarias para devolver la totalidad de los intereses. La asamblea Anual del FMI de 1985 dio pie al plan Baker. El plan tenía por objetivo reforzar el financiamiento de los países endeudados. Se basa en 3 pilares:
Manejo de la inflación, estabilidad macroeconómica, reformas estructurales
Cooperación reforzada con el FMI y el Banco Mundial
Aumento de los créditos bancarios (de instituciones privadas) a países endeudados
La idea era que los países solo tenían problema de liquidez (“cash flow”) y no de insolvencia. Con ello, se consideró que con medidas para estimular el crecimiento económico, la concesión de nuevos financiamientos y la implementación de reformas, los países podrían de nuevo devolver el dinero prestado. Sin embargo, tres años después, el plan fracasó. Los bancos hicieron oídos sordos y no aportaron los fondos necesarios como se había supuesto que debían hacer.
Liquidez y solvencia: La liquidez es la capacidad de pago a corto plazo y la solvencia se define como la capacidad de pago a largo plazo de forma continua.
La Argentina de 1989 sufrió de un gran ciclo de hiperinflación (3.000% anual a finales del 1989) después de la devaluación del casi 80% del austral en diciembre de ese mismo año. Para poder realizar las compras de productos básicos y sobrevivir, los argentinos asalariados se quedaban con el dinero necesario para una semana y ponían el resto de su sueldo en depósitos de plazo fijo a siete días o a un mes aprovechando las altas tasas de interés en el país. Las tasas de interés alcanzaban el 138% en junio de 1989. Por otra parte, Argentina tenía un déficit fiscal enorme y una balanza de pagos deficitaria que no le permitía pagar su deuda externa.
Depósito a plazo fijo: Los depósitos a plazo fijo son productos financieros que ofrecen una rentabilidad fija y garantizada a cambio de mantener una cantidad de dinero depositada en una entidad bancaria durante un periodo de tiempo determinado. Se trata de una forma de ahorrar sin asumir muchos riesgos y generando dinero.
En ese momento, el gobierno decidió implementar el Plan Bonex (bonos externos). El plan consiste en el canje forzoso de depósitos a plazo fijo por la obtención de bonos emitidos por el Estado a 10 años. El objetivo era reducir la cantidad de dinero en circulación que se destinaban a comprar dólares para poder limitar la inflación.
Bonos: Un bono es una pieza de deuda emitida por una empresa, una autoridad local o un gobierno. Cuando una de estas entidades necesita obtener financiación, las cantidades necesarias pueden a veces requerir la participación de un gran número de acreedores. Entonces, diferentes acreedores pueden “comprar” un bono, es decir una parte de la deuda que la entidad necesita contraer para financiar cualquier tipo de proyecto. A este acreedor que “compró” una parte de la deuda le será devuelto el capital en una fecha fija que suele ser 5 a 30 años después y recibirá también de manera periódica interés a un tipo fijo o variable.
Un ejemplo a continuación:
Una empresa necesita pedir prestados 10 millones de euros (10.000.000 €). Decide emitir bonos en el mercado de renta fija (tipo de interés fijo). Este préstamo, lo divide en 1.000 acciones de 10.000 euros cada una. Por tanto, la empresa emitirá 1.000 bonos y cada bono costará 10.000 euros. El tipo de interés se fija en el 5% y el plazo del préstamo se fija en 10 años, es decir que la empresa tendrá que devolver el dinero que se la habrá prestado, en 10 años.
Ahora usted puede decidir comprar uno de estos bonos y convertirse en un acreedor, tiene el derecho a pedir a la empresa que se le pague una deuda. Si el tipo de interés es anual, recibirá 500 euros al año durante diez años. Al final del décimo año, la empresa le pagará por última vez 500 euros, que corresponden a los intereses, y los 10.000 euros iniciales que le prestó usted a la empresa.
En 1991, el gobierno decidió fijar la paridad de la moneda argentina al dólar estadounidense, a razón de un 1 dólar estadounidense por cada 10 000 australes o posteriormente 1 peso convertible (Argentina cambió de moneda a partir del 1992, pasando del austral al peso). La Ley de Convertibilidad tenía por objetivo luchar contra la inflación basándose en una moneda en teoría estable.
Un peso = un dólar
Inicialmente, el plan Bonex y la paridad permitieron frenar el alza de los precios. Sin embargo, al fijar la paridad entre las dos monedas, Argentina se vio expuesta a todos los choques económicos internacionales y cuando se apreció de un 70% el dólar en 1991, el peso terminó sobrevaluado con lo cual las empresas argentinas no podían competir más con el mercado internacional (excluyendo las zonas dólar) a raíz del precio elevado de sus productos. Las exportaciones cayeron al igual que las inversiones extranjeras en el país. Al final, la inflación continuó.
A esto se suma un incremento rápido, incluso insostenible de la demanda de dólares con lo cual el gobierno implementó una restricción externa lo que a su vez tuvo un efecto desastroso en la deuda externa.
En 1992, Argentina decidió adherir al Plan Brady, lo cual había sido presentado en 1988 por el secretario del tesoro de los Estados Unidos, Nicholas Brady. El objetivo era reducir la deuda externa que contrajo el sector público a bancos privados, logrando anular una parte de esta deuda. El plan prevé la conversión de la deuda en bonos del Estado con un aplazamiento de pago a 30 años. Los acreedores tienen dos opciones:
- Abandonar el 35% de la deuda (bono “discount”)
- Reducir el tipo de interés, fijado al 6% (bono “par”)
Cabe apuntar que la quita del monto principal ofrecida por los bonos discount suponen que el deudor acepte pagar una tasa de interés variable fijada por el acreedor.
Para devolver el dinero de la deuda restante y una parte de los intereses, los países debían tener garantías de países desarrollados, comprando bonos del Tesoro estadounidense o bonos de Estado de países europeos o de Japón. Para financiar la compra de bonos, organizaciones como el FMI y el Banco Mundial hicieron préstamos a los países deudores. La aplicación del plan Brady suponía el acuerdo de los países para aplicar las seguías del Consenso de Washington.
El Consenso de Washington en América Latina es el reflejo de la hegemonía norteamericana a finales del siglo XX. Término acuñado por el economista John Williamson en 1989, éste describe un conjunto de reformas para ayudar países en desarrollo agotados por la crisis financiera. Estas reformas fueron dictadas por el FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Estas reformas abarcaron privatización de las empresas públicas, reformas del Estado para reducir su rol en la economía, desregulación de los mercados y, en particular, de los mercados financieros.
Argentina implementó el plan Brady y fue uno de los países de la región latinoamericana más receptivos al Consenso de Washington. A pesar de las promesas que hizo el presidente Menem (1989-1999) durante su campaña en cuanto al aumento de los salarios o de una revolución industrial, la realidad fue otra, es decir privatización de empresas y ajuste fiscal (medidas implementadas por el Gobierno con el fin de reducir el déficit fiscal del Estado). El Plan Brady le permitió a Argentina obtener una quita de deuda (- $6.000 millones), extensión de plazos de pago a 30 años y una reducción de tasa de interés fijada al 6.25% para la deuda contraída en dólares.
Si la implementación del Plan Brady parecía funcionar, la política de la paridad se reveló ser un fracaso total lo que dificultó el pago de la deuda y sus intereses. Frente a la situación, el gobierno implementó un nuevo plan de reestructuración de la deuda externa llamado “Megacanje” que consistía en alargar los plazos de pago incrementando los intereses. Como consecuencia, el importe de la deuda alcanzó US $150.000 millones a finales del siglo
Reestructuración de la deuda externa: La reestructuración de la deuda representa los acuerdos bilaterales que se hacen entre los acreedores y los deudores que modifican las condiciones de reembolso.
En 2001, se puso fin a la paridad con el dólar estadounidense. Se transformaron (se pesificaron) los depósitos que eran en dólares en peso argentino, y el peso se derrumbó. La deuda en cesación de pago (incapacidad de devolver el dinero) representaba más del 160% del PIB. La devaluación del peso tuvo, entre muchas consecuencias negativas, un solo efecto positivo, lo cual era que hizo que los productos argentinos exportados fueran más competitivos y al mismo tiempo Argentina pudo aprovechar el boom del precio de las materias primas (superciclo de las materias primas) lo cual generó un boom comercial. Argentina gozaba de una tasa de crecimiento del 8% en 2003.
2000-2023: cesación de pagos y reestructuración de la deuda
En 2001, Argentina declara la situación de cesación de pagos y el presidente Kirchner (2003-2007) empezó un largo proceso de reestructuración de su deuda. Fue el default más grande de la historia al dejar de pagar bonos por un valor de más de $90.000 millones. Logró cancelar su deuda con el FMI en 2005 que representaba US $9.800 millones, un 15% de su deuda externa total. Además, el gobierno de Kirchner logró reestructurar un 76% de la deuda externa lo que representaba unos 27.000 millones de dólares y obtuvo una reducción del 43% de la deuda pública total nominal. La presidenta Cristina Fernández (2007-2015) continuó la política de desendeudamiento emprendido por su marido.
Sin embargo, el proceso de desendeudamiento encontró un obstáculo en 2010. El gobierno había llegado a reestructurar un 90% de su deuda externa, pero los acreedores del 10% que quedaba iniciaron una demanda judicial contra Argentina en Nueva York. Pues, llamados los “holdouts”, los acreedores que eran principalmente fondos buitres no aceptaron negociar la deuda externa argentina. La presidente Fernández se rehusó a pagar a estos fondos buitres y en 2012, el buque escuela de la Armada Argentina estuvo retenido en un puerto de Ghana bajo una orden judicial emprendidos por acreedores de títulos de la deuda de Argentina que solicitaron el embargo del buque argentino.
Fondos buitres: Un fondo buitre es un fondo de capital riesgo que invierte en la deuda de una empresa o de un Estado con dificultades financieras a precios muy bajos.
Mauricio Macri (2015-2019) acordó pagarles a los holdouts y de nuevo se hicieron créditos para devolver el dinero y la deuda se fue al alza de nuevo, representando US $240.000 millones. Entre 2003 y 2015, la deuda nominal aumentó pasando de US $180.000 millones a US $240.000 millones, pero en términos reales, la deuda era menos importante, la relación entre la deuda y el PIB se redujo de un 52% y Argentina tenía menor deuda en dólares estadounidenses.
Ahora bien, en 2019, la deuda externa llegó a representar más del 90% del PIB argentino y un 80% fue contraída en dólares, sobre todo a raíz de los nuevos préstamos acordados por el FMI. Ese mismo año, el presidente Macri le pidió a la organización dólares para poder pagar sus deudas externas, generando aún más deuda en un contexto de desplome de la economía real, cierre masivo de pequeñas y medianas industrias, desempleo e inflación.
El 75% de los desembolsos que debían realizarse entre 2020 y 2023 estaban nominados en moneda extranjera. Aunque el presidente Alberto Fernández (2019-2023) logró renegociar unos 66.000 millones de dólares, las exportaciones no eran suficientes para sobrepasar el problema del difícil acceso a dólares. Además, en 2021, Argentina tuvo que pagar la deuda contraída con el FMI unos años antes.
2023 hasta hoy
En 2023, Javier Milei tomó la presidencia de Argentina y en el primer trimestre de 2024, el país tuvo un superávit fiscal, frenó la emisión monetaria y acumuló reservas internacionales por 17.000 millones de dólares. A pesar de estos ajustes, a finales del primer trimestre de 2024, la deuda externa de Argentina representaba $289.000 millones. Además, en abril de 2024, Argentina registró un alza mensual de la inflación de un 8.8% y un alza anual del 289.4%.
El 10 de enero de 2024, el FMI y las autoridades argentinas llegaron a un acuerdo que permitió a Argentina tener acceso a unos 4.700 millones de dólares para permitirle satisfacer sus necesidades de balanza de pagos. En el marco de este acuerdo, las autoridades argentinas se comprometieron a modificar sus políticas económicas, fiscales y monetarias, entre otras cosas, para estabilizar su economía y poder beneficiarse de esta cantidad de dinero. He aquí unos de los cambios que las autoridades argentinas prevén implementar:
Política fiscal: lograr un superávit primario del 2% en 2024.
Protección social: Preservar el valor real de las pensiones y aumentar la asistencia social.
Política cambiaria: Fin del sistema de control administrativo de las importaciones (SIRA) por sus problemas de transparencia y adopción de un régimen basado en el mercado con menor intervención del Estado en los mercados de divisas. Desregulación de la economía y de los mercados cambiarios implementando medidas para suprimir la gestión de los flujos de capitales (CFM).
Planes de financiamiento: El Gobierno no financiará el mercado, sino que se centrará en mejorar los plazos de vencimiento de la deuda interna.
Políticas estructurales: Impulsar el potencial energético y minero de Argentina, aumentando la competencia y simplificando los procesos burocráticos, entre otras cosas. Supone una apertura de la economía argentina para facilitar y atraer las inversiones extranjeras.
A pesar del fracaso de la Ley de Convertibilidad, el nuevo presidente de Argentina ha vuelto a poner sobre la mesa la idea de dolarizar de nuevo la economía. Según Milei, la paridad cambiaria fue una de las políticas más exitosas para controlar la economía con lo cual le gustaría implementar un modelo similar para luchar contra la inflación. Sin embargo, muchos expertos no comparten la visión de Milei. Muchos consideran que la paridad expone demasiado Argentina al entorno internacional y que este tipo de política debe ser acompañado de una corrección de las cuentas fiscales y del establecimiento una reserva de divisas suficiente para esperar obtener un impacto positivo.
Deuda externa argentina y el FMI: una historia de amor y dolor
Los préstamos y los programas del FMI suelen provocar una recesión, una devaluación de la moneda local con una caída del salario real para poder eliminar o reducir el déficit de la balanza comercial. Sin embargo, esto se permite con una reducción drástica de los gastos sociales y un aumento del tipo de interés que impacta la economía del país y el poder adquisitivo de la población.
Las controvertidas políticas de ajuste estructural del FMI han suscitado un hartazgo general de la población de muchos países de América latina, incluso Argentina.
Primero, recordamos que a principios el FMI se creó para dar asistencia de corto plazo a los países que enfrentan crisis de liquidez o cambiaria, para evitar que recurrieran a la devaluación de sus monedas o a medias proteccionistas que podrían afectar el comercio internacional. Sin embargo, a lo largo de los años el FMI ha ampliado sus funciones ofreciendo programas de largo plazo para tratar problemas de solvencia y no solo de liquidez.
¿Cuáles son las condiciones para que el FMI preste dinero a los gobiernos?
Entre 1944 y 1971, las condiciones de operación del FMI fueron: cuentas fiscales sanas, balanzas de pagos estables y tipos de cambio fijos reajustables. En el caso de Argentina, la principal condición impuesta por el FMI para conceder un préstamo fue el ajuste fiscal (hacer que los ingresos sean superiores a los gastos).
Los programas de ajuste que impone el FMI al prestar dinero a los países han provocado varias veces crisis económicas graves. Los ajustes realizados por Argentina a finales del siglo XX a cambio de préstamos del FMI llevaron en parte el país a la cesación de pagos del 2001. El director del FMI reconoció los errores del organismo al ser demasiado optimista en cuanto a las perspectivas de crecimiento de Argentina, pero también al establecer los niveles sostenibles de deuda y a valorar el régimen de tipo de cambio.
La organización reconoció que todos los fondos que habían sido movilizados para mantener el régimen de paridad cambiaria (Ley de Convertibilidad) con el dólar estadounidense habría sido mejor empleado si se hubiera usado dichos fondos para poner fin a este sistema.
Los préstamos en si mismo no son problemáticos, pero la cantidad y el tipo de reformas que impone el organismo sí plantean problemas.
Conclusión
Para concluir, el gran problema de la deuda externa en Argentina es que, desde sus orígenes, los préstamos fueron contraídos a raíz de un Estado frágil que no tenía la capacidad de afrontar sus propias obligaciones. Al final, el Estado argentino contrae nueva deuda para pagar la vieja deuda de un gobierno precedente y pena salir de este círculo vicioso. Los préstamos solicitados fueron utilizados pocas veces para su cometido original y los programas de ajuste impuestos por organismos como el FMI han golpeado brutalmente la economía del país. El hecho de que hoy en día, la economía de Argentina sea basada en el mercado financiero dificulta la posibilidad de lograr un crecimiento sostenible y salir de este problema de deuda externa.
Para poder superar el problema de restricción externa, el gobierno debe invertir en sectores productivos en los que se exporta. Se debe fomentar el comercio exterior y restringir el acceso a dólares para establecer una confianza en el peso con el fin de reducir la dependencia de Argentina al dólar estadounidense. Sin duda alguna, se necesita mucho tiempo para alcanzar tal objetivo y sobre todo una continuidad de las políticas entre los gobiernos que se suceden. Empero el nuevo acuerdo firmado con el FMI en 2024 muestra que el país está lejos de acabar con su deuda externa. Para terminar, las políticas impuestas por el organismo a cambio de la concesión de préstamos plantean serios problemas de soberanía en el país que depende demasiado de capitales de países del Norte para sostener su economía.
[1] «El Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI)», Text/HTML, World Bank, accedido 14 de abril de 2024, https://www.bancomundial.org/es/about/history/the-world-bank-group-and-the-imf.
[2] El terrorismo de Estado es la utilización de métodos ilegales de carácter clandestino por parte de un Estado, con el fin de causar cambios económicos y sociales estructurales en un lapso de tiempo relativamente corto. Goldentul, Analía; Dorado (2020). 1976-1983: El Estado Terrorista. Eudeba. pp. 219-255
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